Hace un tiempo, quién sabe dónde o cómo, leí un artículo en el que hablaba del bookcrossing. Se trata de una iniciativa cultural que consiste en comprar un libro y dejarlo en un lugar público (“liberarlo”) para que otra persona lo coja y lo lea.

También puedes leer las pistas que deja otra persona e ir en su busca. En cierto modo es una forma más global de prestar libros. Por supuesto, en la web podéis comentar lo que os ha parecido el libro.
Así las cosas, y mirando de vez en cuando a ver si podía salir a “cazar” (y comprobando, por ejemplo, que la gente dejaba un libro en una estación de metro alejada de donde yo me encontraba), me olvidé del tema… hasta que uno de sus libros se cruzó conmigo. Lo reconocí enseguida (llevan una pegatina de su procedencia, además de unas instrucciones para ingresarlo en la web) por supuesto lo cogí, y lo leí.
El libro en cuestión se llamaba La niña de la calle, y está escrito por Virtu Morón en base a la biografía de una muchacha marroquí que se traslada a España. Es corto y se lee rápido, aunque como os imaginaréis por el título, en la historia abunda la pobreza, la desdicha y el infortunio.
Os voy a ser sincera: no suelo prestar libros. No porque no quiera, pero la mayoría de las personas que conozco tienen un gusto muy distinto al mío, por lo que en pocas ocasiones me han llegado a pedir uno… 😦
Y sobre pedir prestado… eso lo hago más: Christian con la saga de Harry Potter, Niebla Espesa con muchos de sus libros clásicos (bueno, como si se los pidiera, ¡los cojo y punto!).
Sin embargo, y desde que estoy enganchada (porque es cierto, uno se puede enganchar) a leer todos estos blogs tan interesantes, me entran ganas de leer mucho más. En ocasiones los libros que comentáis son tan infrecuentes que sólo quedan dos opciones: comprarlo o pedirlo prestado.
Por último, y dado que acabo de ver la última película de Harry Potter, os la resumo en una frase: poca magia y mucha hormona.
Namaste.