Literatura

La caza del carnero salvaje, Haruki Murakami

 

 

Volviendo a la literatura, hoy hablaré de uno de los libros que compré en la Feria del Libro de este año.

Portada de la novela
Portada de la novela

Este libro es, como bien dice el título: La caza del carnero salvaje, de Huraki Murakami. El autor es un japonés que me venía persiguiendo hace un tiempo, quizá por Kafka en la orilla (libro atrayente sólo con citar el título).

Total, que dando un paseo por los stands de la feria, lo vi, leí la parte de atrás y lo compré.

Lo primero que llama la atención de esta novela es que ningún personaje tiene nombre (con excepción de Yei, un camarero que apenas aparece tres veces en el libro): el del protagonista ni se menciona, y los demás no tienen más que apodos: “Ratón” o “el profesor Ovino”.

El libro trata de un treintañero algo depresivo que trabaja en una agencia de publicidad. Tras publicar una fotografía para la promoción de una empresa, un grupo de presión del país se pone en contacto con él. Así, comienza una búsqueda por Japón en pos de un carnero que se supone que no existe.

Lo segundo que llama la atención es, en ocasiones, la técnica de descripción que utiliza. Para muestra un botón:

“En 1973, mi socio era un borrachín feliz. En 1976 era un borrachín huraño. Y por fin, en el verano de 1978, andaba tanteando torpemente el pomo de la puerta que conduce al alcoholismo.”

Es una descripción que, aunque nada tenga que ver con Tom Wolfe, al ser peculiar es difícil olvidarse de ella. Además, hay partes muy absurdas (me encantan estas partes…), como por ejemplo ésta:

“Hay sueños simbólicos, y hay una realidad simbolizada por tales sueños. O bien, hay una realidad simbólica y hay sueños simbolizados por tal realidad. El símbolo es lo que podría denominarse el alcalde honorario del universo de las lombrices. En el seno de este universo, no resulta asombroso el hecho de que una vaca ande buscando unas pinzas. Y es probable que, si las busca sin desfallecer, llegue a encontrarlas, más pronto o más tarde. Aunque éste es un problema que no me concierne.

Sin embargo, en el supuesto de que la vaca pretenda hacerse con las pinzas valiéndose de mí, la situación cambian radicalmente. Sucede entonces que me veo forzado a penetrar en un universo regido por una lógica que no tiene nada que ver con la que rige en el mío. Y una vez dentro de este universo de lógica tan diferente, lo más angustioso es que las conversaciones son diálogos inacabables e incongruentes. Le pregunto a la vaca: “¿Para qué quieres unas pinzas?”. Y ella responde “Porque no tengo nada que llevarme al estómago”. Le pregunto: “Si lo que tienes es hambre, ¿para qué necesitas unas pinzas?”. Ella responde: “Oye, ¿acaso no te he dado mi ventilador?”. Y así podríamos seguir por los siglos de los siglos. De modo que, mientras se desarrolla esta conversación insoportablemente absurda, la vaca empieza a parecerme odiosa, y yo le resulto cada vez más antipático. Así es el universo de las lombrices. Para escapar de él no hay más camino que tener otro sueño simbólico”.

En cuanto al tema, el libro es interesante, consigue atraer la atención del lector… al menos dos de las terceras partes de la novela. Una última parte, en concreto la que se sitúa entre nudo y desenlace, es larga y aburrida… además de que da la impresión que el protagonista se pasa el rato comiendo… (¿no os ha pasado a vosotros en otros libros?)

Este animal es uno de los protagonistas
Este animal es uno de los protagonistas

“Por la tarde tomé pan, ensalada y huevos con jamón. Como postre de la cena, melocotón en almíbar.

A la mañana siguiente cocí arroz, y me hice un arroz frito guarnecido con salmón en conserva, verduras tiernas y setas.

Al mediodía descongelé una tarta de queso, y me la tomé acompañada con un té de leche, bastante cargado.

A las tres merendé, helado de avellanas con un chorrito de Cointreau.

A últimas horas de la tarde asé al horno un muslo de pollo, y me lo comí para cenar con sopa enlatada Campbell.”


En resumen: es un libro interesante para empezar a conocer a Murakami, que recuerda al universo de Milan Kundera y Paul Auster, con personajes en búsqueda de lo desconocido. Me quedo con ganas de leer más de él, y por lo que he leído en otros sitios, lo que me espera es muy bueno.

FICHA:

Te gustará si te gustó

  • La noche del oráculo, de Paul Auster.

Pros

  • Redacción fresca y novedosa.
  • Entretiene.

Contras

  • La traducción posee fallos gramaticales y de sintaxis.
  • Densidad en alguna parte.

Namaste.