Pocas son las veces en las que anoto dos veces un título en mi libreta de pendientes, algo que denota mi interés en momentos distintos de un libro en concreto, generalmente auspiciado por lectores entusiastas: uno de ellos el amigo Jesús, con quien suelo compartir gustos e intereses.
Justo eso es lo que me ha ocurrido con el austríaco Bernhard, y no veía la hora de completar la laguna que llevaba demasiado tiempo pendiente, lo he hecho con su obra más conocida, Corrección (Austral, 1983).
Algo sucede con en la buhardilla de los Höller. Y es que el narrador de esta historia llega a ella tras el suicidio del amigo común, Roithamer.
Nos componemos sólo de ideas que han surgido en nosotros y que queremos realizar, que tenemos que realizar, porque si no, estamos muertos, así Roithamer.
Página 210
El protagonista se ha propuesto ordenar y clasificar los documentos de Roithamer, los de la construcción de un Cono en mitad del bosque. Los montones de datos e información que guardó su amigo en, ya sabemos, la buhardilla de los Höller.
Altensam, el Cono, la buhardilla de los Höller. La narración es una espiral que gira en torno a esos tres elementos, de una forma repetitiva y machacona.
Renunció a todo lo que los otros no habían renunciado, de forma que sólo tuvo que pensar en renunciar, en dejar atrás aquello a los que los otros no renunciaban y que no dejaban atrás, sólo necesitaba observar lo que los otros hacían o no hacían para hacer él o no hacerlo, las omisiones de los otros eran sus acciones y sus acciones las omisiones de los otros.
Página 45
Las repeticiones las consigue con una cantidad absurdamente exagerada de frases subordinadas, omitiendo diálogos y puntos y apartes y convirtiendo el texto en un párrafo infinito que jamás termina y del que es difícil escapar, en el que además nos sentimos oprimidos de un aire escaso. El mareo del agobio, el aburrimiento de la opresión. Una idea, desgranada, analizada, repetida, una y otra vez.
El resultado es avanzar apenas, el pum pum de un bajo, la base repetitiva de una canción techno. El corta y pega excesivo. La larguísima frase que precede a otra igual de larga, el avance mínimo, como el que tenemos cuando pensamos algo, cuando analizamos, cuando proyectamos.
Se nos obligaba a todo, porque siempre se nos exigía algo que no queríamos, incluso cuando era algo que queríamos, se nos exigía en un momento en que no lo queríamos.
Página 237
Un huracán que nos arrastra para posteriormente empujarnos a través de frases iguales, machaconas, pivotando sobre esa buhardilla, sobre Altensam, sobre Roithamer. Una y otra vez. Página tras página.
(…) no esté predispuesto al suicidio y, siendo probablemente más apto para la vida que él, encuentre una y otra vez una salida, mientras que Roithamer no encontró la salida, pero un día yo tampoco encontraré ya la salida, todo el mundo está destinado a no encontrar la salida algún día.
Página 172
Reconozco que el particular estilo de Bernhard me ha parecido muy interesante al principio, pero después se me ha hecho cuesta arriba. Me ha costado no perder el interés, continuar leyendo ese párrafo infinito con la impresión que da igual donde lo dejara que la idea sería la misma en las siguientes 50 páginas. He estado tentada de dejarlo en más de una ocasión.
Corrección no es una novela entretenida, más bien justo lo contrario. Pasa poco y está muy separado en sus páginas. Tampoco es una novela larga pero sí lo parece, como si sus 370 se convirtieran en 800. A mí se me ha hecho como unas lagunas movedizas, en las que no solo me veía empujada hacia el fondo sino que cuando pensaba que iba saliendo, el peso del barro iba ralentizando mis movimientos.
No ha sido la lectura que esperaba, no me ha gustado tanto como suponía, pero lo que sí creo es que no olvidaré esta lectura, asociada además a una sala de espera de un hospital, igual de machacona y repetitiva que la buhardilla de los Höller.
FICHA:
| Te gustará si te gustó | – Algo ha pasado, Joseph Heller. |
| Pros | – El estilo particular de Bernhard, merece la pena conocerlo. |
| Contras | – Excesivo, repetitivo, lento, machacón. |
Namaste.
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