La acumulación y la falta de tiempo me llevan a cosas absurdas: a pesar de haber comprado, nada más haberle otorgado el Nobel, Los avispones, fue este librito el que he acabado leyendo primero.
Lo he hecho de la mano de la biblioteca, usuaria de la que admito, no soy nada frecuente. Me resultan incómodas varias cosas, desde el olor o la edición del título hasta las marcas en lápiz o bolígrafo que algún lector anterior consideró lo suficientemente relevante como para plasmar en un libro que no era de su propiedad.
Mis excepciones para el uso de la biblioteca son, generalmente, dos: los cómics, que suelo leer rápido y el coste / tiempo de lectura me parece que no hace justicia y los libros cortos, exactamente por lo mismo.
Así que Desgracia impeorable se vino conmigo en una espantosa edición de los 70 de la mano de Alianza tres, imagino que relacionada con la actual Alianza. La traducción, como podréis imaginar, deja bastante que desear, pero lo que me interesaba era el resto.
Peter Handke escribió este librito a las pocas semanas del suicido de su madre. Lo que hace es un recorrido de esa pérdida, como hijo que se enfrenta con el dolor y el duelo de la pérdida de un ser querido junto con el intento como escritor de acercase a la situación. Como todos los alemanes, su precisión configura un lenguaje certero y analítico:
«No hay palabras», se dice a menudo en las historias, o bien «no se puede describir», y las más de las veces considero que esto son excusas para la pereza; sin embargo, esta historia tiene que ver realmente con lo que no tiene nombre, con segundos de espanto para los que no hay lenguaje.
Página 39
El resultado es un librito muy corto pero duro, por lo que trata y por cómo están medidas las palabras. Uno de esos libros en los que cada frase duele, donde no sobra nada, donde el peso de cada frase contiene todo un universo de pensamiento y emoción.
Hablo conmigo misma porque ya no puedo decir nada a nadie.
Página 69
No sé cómo serán el resto de sus libros, pero a mí con este me ha convencido sin ninguna duda.
Namaste.
