No sabría decir cuándo apareció esta serie en mi vida lectora. Quién fue quien me lo recomendó o si simplemente fue la curiosidad de ver la saga de Shalámov de cuándo en cuándo en las librerías. Digo librerías y no Internet porque hay libros, como éste, que aunque han pasado a la historia de la literatura no se leen demasiado, o al menos no se ven por las redes.
Por otro lado tenía mis dudas porque en su día no conseguí terminar Vida y destino (algo que actualmente ni siquiera me gusta admitir) y quién sabe si el de Grossman tenía algo que ver con esta saga.
Relatos de Kolimá es una historia tan clara y directa que te cuenta de qué trata sólo con leer el título: diferentes vidas, diferentes situaciones sólo con una cosa en común: la ubicación blanca y común de Kolimá.
Shalámov sabía de lo que hablaba: arrestado en 1937 por realizar actividades trotskistas contrarrevolucionarias, fue condenado a cinco años de trabajos forzados en Kolimá. Por suerte, acabó siendo liberado y desde 1954 hasta 1973 trabajó en su libro de relatos cortos sobre la vida en el campo de trabajo que verían la luz como Relatos de Kolimá. Una saga compuesta por seis libros en los que narra su vida en el campo. En español los encontramos todos en Minúscula.
Como decía más arriba, tener en mente el abandono de Vida y destino me predisponía a pensar que se me iba a hacer muy cuesta arriba. Nada más lejos de la realidad: la principal ventaja respecto a Vida y destino es que los capítulos son cortos y que no hace falta seguir el hilo de un personaje en concreto. Al tratarse de vivencias del campo no siempre son los mismos personajes las que los narran, lo cual ayuda a seguir leyendo, más si alternamos su lectura con otras más amables.
Si por algo se caracteriza Kolimá es por ser una lectura dura, tanto como las condiciones de vida de los presos: el frío, la falta de comida y el extenuante cansancio, en definitiva, la supervivencia pura y dura. Compartimos parte de ese sufrimiento y nos ponemos en la piel de la persona que pelea por las cosas que los demás damos por hecho: un jersey, un par de botas, unos calcetines. La relación de poder entre unos presos y otros, la vida del hampa, las presiones entre jefes y subordinados, el poder de colocarse al lado de la estufa o de tener unos buenos zapatos, la importancia una manta o de poder descansar en el hospital, la cruda cotidianidad de 50 grados bajo cero. Todo eso es Siberia. Todo eso es Kolimá. Y todo eso, aunque a día de hoy nos siga sorprendiendo, ocurrió realmente.
Me comí las gachas, el pan, me tomé tres tazas de té con azúcar.
Página 239
Comentaba por redes sociales que con este libro me parecía que nunca lo estaba leyendo en la ubicación idónea: un plácido parque, una bonita playa, 30ºC… todo ello me hacía desubicarme, alzar la vista y comparar la realidad que estaba viviendo con lo que leía. Pênsar que nada se asemejaba a lo que estaba pasando.. Y vosotros, ¿cómo lo véis? ¿Creéis que hay determinadas lecturas que no pegan para unas estaciones o momentos concretos? Aunque claro, ¿cuándo sería entonces el momento y lugar perfecto para leer una historia tan dura? Nunca.
FICHA:
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Namaste.