Febrero de 1900. Un grupo de alumnas de un colegio deciden pasar el día de San Valentín haciendo un picnic en un lugar cercano. Todo trascurre con tranquilidad hasta que las profesoras se dan cuenta de que cuatro de sus alumnas han desaparecido.

Este es el inicio de una de las novelas más encumbradas de la literatura australiana. Desde aquí se teje una historia que mezcla la incertidumbre y el desasosiego con la búsqueda de las muchachas.
Lo más característico de la novela son las descripciones y el ambiente que la autora consigue reflejar. Junto con eso, un elenco de personajes de distintas posiciones y caracteres son los protagonistas de una historia que refleja el sentimiento de una pequeña comunidad en la desaparición de varias personas, es decir, de la influencia que tiene tal hecho extraordinario en los acontecimientos que tendrán que vivir.
Inevitablemente me ha recordado a La librería, por el modo de enfocar los asuntos. Sin embargo, hay algo que del todo no me ha convencido. Quizá sea el final o quizá los personajes me han parecido demasiado simples, poco complejos, demasiado estereotipados.
No puedo evitar mostraros la afectación de una enfermera en este fragmento:
-¡Vaya! ¡Sí que estamos mejorando rápidamente! Ahora bébase el té, mientras esté todavía caliente
– Quiero ver a Albert Crundall.
– ¡Ah! ¿Se refiere al cochero? Viene por aquí todas las mañanas a preguntar por usted. ¡Eso es lealtad!
– ¿A qué hora suele venir?
– Poco después del desayuno. Pero aún no puede usted tener visitas, señor Fitzhubert… Son las órdenes del doctor McKenzie.
– No me importan sus órdenes. Insisto en ver a Albert, y si usted no se lo hace saber no tendré ningún inconveniente en levantarme de la cama y bajar yo mismo hasta las cuadras.
– ¡Vamos, vamos! -dijo la enfermera con una sonrisa profesional que hizo de ella un anuncio de pasta de dientes-. No se exalte tanto o me echarán a mí la culpa.
Algunas actitudes me han exasperado, algunos personajes son inaguantables, pero todo es real como la vida misma: esa visión pueblerina de los asuntos, los rumores y los prejuicios, el qué dirán y la falta de voluntad.
En conclusión, esperaba más del libro. Es una buena historia, está entretenido, pero se me ha quedado un poco incompleto, como si le faltara algo más, esa chispa, no sé…
Por último sólo añadir que la edición de Impedimenta, perfecta, y la portada, preciosa.
FICHA:
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Namaste.