En ocasiones, puedes encontrarte con esto:
Sacas la cámara, echas la foto, reflexionas sobre las posibles dificultades relacionadas con la g y la j e incluso acabas pensando en su título.
Pero después, compruebas que se puede llegar mucho más lejos, al leer en un cartel de un museo de una ciudad, lo siguiente:
(Pinchad para ampliar)
Y lo que es peor:
Preguntas que me planteo:
¿Qué tipo de rigurosidad tiene dicho museo? Si ni siquiera son capaces de escribir con mayúsculas el inicio de la frase o el propio nombre de la ciudad, ¿cómo me voy a fiar de que lo demás que estoy viendo sí que es cierto?
¿Quién ha escrito eso? Y lo que es peor, ¿nadie ha revisado la ortografía de unos paneles grandes que se van a exponer? ¿Por qué no se ha rectificado? ¿Acaso es que pasa desapercibido?
Conclusión: consigo olvidarme de la primera falta de ortografía, porque visto en conjunto no tiene comparación. Cuantitativamente, porque es una. Cualitativamente porque creo que no se le puede exigir la misma rigurosidad a un museo que a un bar. Esto me lo podréis discutir. Al fin y al cabo se supone que todos debemos escribir correctamente, pero teniendo en cuenta que presumiblemente los que escribieron estos en el museo eran profesionales de algún tipo y le dedicarían más de tres minutos, no hay ni punto de comparación, ¿no os parece?
Namaste.
Jajaja!! Pues total no hay ejemplos sangrantes del despiadado uso de nuestra ortografía!! No sé por qué me da, vamos a tener sección para rato… Desde luego, coincido en lo que dices: Mucho más «hiriente» los carteles del museo. Primero, porque se supone que los hacen profesionales, y lo segundo porque se trata de un museo (y se supone que museo y cultura van de la mano)…
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Cada día se escribe peor, incluso por parte de «profesionales» de las palabras. Resulta indignante ver algo así en un museo, en los títulos de algunos programas de televisión (especialmente noticiarios) o en la prensa escrita.
Lo peor es que parece no darse mayor valor al idioma y la gente no se da cuenta o no quiere hacerlo. Muchos, después, van de «españoles» orgullosos de serlo a pesar de estar pisoteando la base de la cultura, que es la lengua.
Un saludo.
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Mucho peor lo del museo, sin duda, y lo que más rabia me da es pensar en la de profesionales (filólogos, periodistas, historiadores…) que hay en paro y que podrían poner algún remedio a éste tipo de cosas. Algo que se nota mucho últimamente es la gran cantidad de novelas que se editan hoy en día plagadas de erratas y faltas de ortografía, una persona que trabaja en éste mundillo y de fiar, me confirmó que se están ahorrando el contratar a correctores y así vamos.
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De todos modos, habría que probar esas croquetas y las papas aliñadas.
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Yo estoy con oesido… que nos dejen probar la comida, y si está buena, se les perdona..:)
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Lo peor de todo es que se me puede pegar 😦
Si seguimos así, que por donde vas cada vez más ves cosas así (basta con leer los mensajes que aparecen a pie de pantalla de cualquier programa de televisión) ya no sabré si la equivocada soy yo!!!
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JL: he hablado con alguien que me ha dicho que podría haber sido un problema de los que imprimieron los carteles, pero vamos, que no les salvo de la quema ni de coña, porque la dejadez del museo era máxima. Otro ejemplo: las vitrinas estaban tan llenas de polvo que se veía más la mierda acumulada que las cosas que se querían mostrar.
Homo Libris: lo peor es que si uno comenta algo parece que los demás le miran como diciendo «no seas quisquilloso, que tampoco es para tanto».
Carol: pues sí, porque en el caso concreto de este museo, sí que parecía tener dinero pero estaba mal invertido. Me explico: había un ordenador con un programa tipo juego para hacerse a la idea de cómo sería caminar por la ciudad como un soldado romano que seguro que costó una pasta en su día (pero no, no funcionaba), y así un montón de chorradas tecnológicas. Pero lo de los carteles… bah, ¿quién se va a fijar?
Oesido: pues al final fui a comer a otro sitio, así que no te puedo contar…
JL: tú diciendo eso. Debes de tener fiebre. jaja.
Icíar: sí, suele pasar, al final uno acaba dudando hasta de palabras fáciles. En fin, tendremos que leer (más) para que no nos pase… 🙂
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