Me doy cuenta, según voy leyendo más y por lo que voy anotando en mi libreta de pendientes, que hay determinados temas que me atraen, de los que quiero seguir leyendo, conociendo y profundizando. Uno es la Segunda Guerra Mundial. Otro, Rusia, desde la Revolución hasta la época estalinista.
El meteorólogo trata de la vida de Alekséi Feodósievich Vangenheim, jefe del Servicio Meteorológico de la URSS. Estudioso y experto, Vangenheim llega a copar uno de los puestos más altos de su área, dedicándose a estudiar las particularidades climáticas del vasto país en el que vive. Comunista incansable, nuestro protagonista acaba siendo acusado de traición en 1934 para posteriormente acabar en un campo de trabajo.
Rolin va siguiendo su hilo y teoriza sobre sus emociones a través de la correspondencia que mantiene a saltos con su hija Eleonora, de cuatro años, a la que intenta instruir por medio de dibujos, acertijos y adivinanzas.
Mi alma teme que a nadie le interese la verdad. Trabajo en las plantaciones del kremlin, escribe Alekséi Feodósievich el veinte de julio y a ese respecto sentimos un poco de vergüenza por él. Nos habría gustado que hubiera sido más lúcido, más rebelde, pero no, seguía siendo un buen militante comunista, un buen soviético atiborrado de ideología, la suerte que le está reservada -y que, de todos modos, no es el único en sufrir- no parece hacer mella en sus convicciones.
Página 95
Como consecuencia de la falta de información y las lagunas de documentación, Rolin rellena mucho de los huecos que van surgiendo en la historia, no sólo dónde se encuentra en cada momento Alekséi, sino lo que verdaderamente piensa y siente. Basarse sólo en la correspondencia (teniendo en cuenta que siempre era revisada y confiscada en su caso), y a falta de notas personales, diarios o cuadernos propios, obliga a que mucho de lo que escribe Rolin sean suposiciones e hipótesis.
Lo que a priori podría considerarse un inconveniente el autor lo usa a su favor, consiguiendo reflejar los sentimientos del lector, como en el siguiente fragmento:
Cuerpos desnudos, pegados unos contra otros, trabados, pisoteados, sangrantes, trémulos de frío y horror: esa es la innegable fraternidad que ha engendrado la Revolución. ¿Se le pasa por la cabeza esa clase de pensamiento? ¿Se piensa en algo, cuando te llevan, atado, al matadero?
Página 164
El resultado es un lector que avanza consciente de que todo el sufrimiento y la crueldad que recibe nuestro protagonista ha sido real y compartida con millones de persona y que, por si fuera poco, muchos de esos corazones palpitantes seguían teniendo fe en un sistema opresor y asesino.
Como comenté en la reseña de El infierno de los jemeres rojos, de Denise Affonço, considero necesario acercarse a este tipo de libros, más incómodos pero históricos, y aportar nuestro pequeño homenaje a todas aquéllas víctimas.
Desde aquí también agradecer a Libros del Asteroide por el ejemplar que me han enviado y muy en especial, por apostar por este tipo de libros en su línea editorial. Libros necesarios en estos momentos convulsos.
FICHA:
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1 comentario en “El meteorólogo, Olivier Rolin”