De repente, sin darnos mucha cuenta, guardamos la toalla de la playa y empezamos a poner el árbol de Navidad. Con la tontería se nos escapa el tiempo de las manos y nos encontramos en el mes de los balances, de echar la vista atrás y pensar en lo que hemos hecho y leído en este 2015 al que le queda poco.
Así que, aquí os traigo el primer episodio del balance de este 2015.
Abandonos:
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Saturday, Ian McEwan. Sí, abandonado. Pero el fallo ha sido mío. Lo empecé en inglés, lo leí poco a poco, tan despacio que perdí el hilo. Decidí abandonarlo para darle una oportunidad en un futuro, no porque no me haya gustado. Ahora, en inglés McEwan se me hace más bola que en castellano, tengo que admitirlo.
Despellejes:
- El impostor, Javier Cercas. Repetitivo y totalmente prescindible. Desconfío de autores que recurren siempre a la repetición, la inclusión de páginas que no aportan nada y al autobombo. Si encima el libro lo venden como imprescindible acaban generando el efecto contrario.
- Alguien dice tu nombre, Luis García Montero. Si bien tiene párrafos interesantes, comparado con otras novelas del autor no le llega a la suela del zapato. Si además acabas de terminar de leer El lector, de Schlink, pues comparas, porque la historia se parece demasiado, y sale perdiendo.
- El ermitaño, Thomas Rydahl. Un despropósito desde la primera línea. Aburrido, lento, muy lento, más aburrido todavía, con diálogos de poliespán y todo en una atmósfera con fondo de croma verde. Que no, que no cuela.
Decepciones:
- Lo contrario de la soledad, Marina Keegan. Es de recibo que este libro figure en esta lista porque esperaba más de él, y es cierto que la primera mitad me gustó, por eso me decepcionó la segunda.
- Tres rosas amarillas, Raymond Carver. Un libro de relatos que me regaló Bartleby, pero me dijo tan, tan poco que fui incapaz de dedicarle siquiera una entrada propia. Básicamente lo leí, me pareció que estaba bien pero como el que se lee el prospecto de un medicamento, no me dijo nada. Valoro el tiempo y el conocimiento que hay detrás pero no es para mí. Una cosa rara.
- K.L. Reich, Joaquim Amat-Piniella. En este caso la decepción viene de la mano de la actualidad, de la repetición, de conocer el tema y no necesitar tantos detalles como nos proporciona el autor. Es una historia, desde mi punto de vista, desactualizada para un lector de este siglo. Con el valor que tuvo publicarlo en su día, pero hasta ahí.
Revisando la entrada algo salta a la vista: de todos ellos abundan las novedades, los libros que han sido publicados hace dos años o menos… ¡Si al final es verdad que algunos libros hay que dejarlos reposar para ver cómo los trata del tiempo! Nota mental: huir de los libros productos de la mercadotecnia. Mejor para mi bolsillo y peor para los despellejes, eso sí.
Namaste.