Literatura

Temporada de huracanes, Fernanda Melchor

Querida Fernarda:

Soy una lectora tuya. De las últimas, de las descreídas.

Porque lo sabrás, Fernanda, pero ha habido multitud de comentarios, reseñas y loas a tu libro, Temporada de huracanes. Y cada uno de ellos me han alejado de la lectura de tu novela.

Porque pensaba que no sería para tanto o que quizá no era para mí, o que, como en otras muchas ocasiones, a veces el contenido de redes exagera malea y reproduce contenidos de márketing que difícilmente se acaban cumpliendo, y todo ello contribuyó a que fuera aplazando la lectura de tu libro.

Finalmente con todo lo anterior en mente, he acabado leyendo tu historia. Y vaya, Fernanda, qué modo de llevar al lector, de hacerle que le falte el aire y de impedir que pare su lectura. Eso ya lo sabes, porque bien has organizado una novela en la que no hay puntos y aparte, en la que no existen los diálogos, en la que cualquier fragmento de brizna de aire ha desaparecido. La sensación es la de un torbellino, uno de esos que trae el mar y no ves venir, de los que te revuelca en la arena cuando menos lo esperas: es rápido, imprevisto y peligroso, porque cuenta con el exceso de confianza del confiado bañista.

¿Qué se te pasaba por la cabeza, Fernanda? ¿Cómo pensaste que lo mejor era añadir una información, sutil, desconocida, para después explicar de dónde viene y volverla a repetir? De nuevo un la rapidez de los detalles que cobran importancia cuando conoces de qué estás hablando. Con esa acción que escala vertiginosamente, donde los personajes aparecen y desaparecen y después conocemos más de ellos cuando pensamos que no volverán.

Es todo tan atropellado que conocemos el final de la historia desde el mismo principio. Porque a la Bruja la han matado y encuentran su cuerpo en las aguas de un canal de riego, eso lo sabemos, pero desconocemos qué ha pasado, porque el quién también lo sabemos, son ellos, a esos que han visto huir de su casa, y serán otros personajes, los secundarios, los que nos den las pistas e información que necesitamos para armar este puzzle que no te deja pensar en nada más y que te absorbe en una espiral de miseria, abandono y pobreza.

Lo siento Fernanda, porque después de tu libro lo único que pensaba es que quería respirar, tomar un aire menos viciado que el que traspasa tu novela, que parece lleno de sordidez.

Lo siento también por no haberte leído antes. Todos tenían razón, has llegado para revolver entre el caos y demostrar que se puede escribir una joya de entre lo más bajo de la pobreza y violencia de México.

Esto, Fernanda, huele desde el primer momento a clásico del siglo XXI, a una nueva versión de lo mejor del boom latinoamericano, de esas novelas que traspasan tiempo y espacio y están llamadas a mantenerse entre lo mejor de lo publicado, entre lo más recomendado, entre lo que no caduca.

A vosotros lectores, si no la habéis leído, tomad aire y hacedlo.

FICHA:

Te gustará si te gustó Las tierras arrasadas, Emiliano Monge.
La ciudad de los vivos, Nicola Lagioia.
Pros – El estilo y la estructura de Melchor.
– El ambiente opresivo.
Contras – Exige toda tu atención y no simultanearlo con otros libros.

Namaste.