Literatura

Me planto (o mi odisea con «Los miserables»)


Estaba leyendo esta entrada de Mientrasleo cuando me di cuenta de que tenía algo pendiente que contaros. Me reconocía en muchas de las cosas que contaba ella, en admitir lecturas en diagonal de un libro. Pero, sinceramente, según iban pasando los meses pensé que no llegaría a este punto, el de confesar. Empecemos por el principio…

Los miserables de Víctor Hugo es uno de esos clásicos que siempre se mencionan en todos los libros de literatura, una novela que necesariamente se encuentra en todas las listas, una obra magna de la literatura que además se ha convertido en un famoso musical y en una renombrada película. Pero además, Los miserables es un libro largo. Más que eso: larguísimo, de dos tomos de 800 páginas cada uno, con una letra pequeñita. Uno de esos libros de los que uno dice cuándo empieza pero de los que se desconoce cuánto tardará en leerlo.

Empecé este libro animada por una lectura conjunta en el Café Literario (sí, ese magnífico grupo en el que antes hablábamos de literatura y ahora nos cabreamos por el spam constante), un 8 de junio. De 2013, claro. Hace ya mucho tiempo.

Como en todos los libros largos, comencé con muchas ganas y de tirón. Ir comentando y desgranando cada uno de los entresijos con mis compañeros animaba mucho. Hasta que en un momento determinado me estanqué. Me hundí en el fango de la lectura. Me paré en seco.

En lugar de decidir dejar de leerlo continué manteniéndolo en mi mesilla. Cogía polvo, pero al menos computaba como libro currently reading, esto es, no era un libro abandonado, sino otro más que seguía leyendo.

Entre otras cosas porque ya había leído más de la mitad, quiere un pensar que ya ha pasado lo peor. Vamos, por cabezonería. Quería terminar lo que había empezado. Lógico.

Sin embargo, los prejuicios del lector siempre están presentes. Y el mío, y más teniendo en cuenta de que se trataba de un clásico de este calibre, empezaba y acaba por ese mismo hecho: ¡Cómo no me va a gustar a mí un clásico! ¡Cómo se me va a atravesar esta novela aupada entre las obras magnas de la literatura! ¡Si yo soy una buena lectora! ¡Si he leído otros grandes clásicos y me han encantado!

Una parte de mi cerebro se planteaba y repetía eso mismo. Me trataba de convencer a mí misma de que podía continuar, pero llegado el momento de tomar el libro en cuestión y ponerme a leer siempre decidía aparcarlo. Si tenía un rato para leer escogía otro libro. El que fuera. Llegó un momento en el que Los miserables era un libro que no tenía en cuenta. Es demasiado denso, me decía. Es que estoy un poco cansada, me repetía. Es que este otro libro se ha quedado en una parte muy interesante, me justificaba.

Claro. Es cierto.

Sin embargo, mi otra parte del cerebro decía otra cosa. Esta parte, que para que os hagáis a la idea es la que me suelta las cosas a la cara, la que, si la dejo hace una reseña de vacas en plan telegrama, planteaba una situación muy diferente. Me repetía lo que uno no quiere escuchar: Pero a ver, Laura ¿a quién quieres engañar? Estás leyendo otros 4 libros a la vez, llevas un mes sin tocarlo. Lo único que quieres hacer es terminar de leer el libro para conocer cómo acaba. ¡Pues hazlo! ¿Por qué has de sentir resentimientos? ¿Porque otros dicen que es un libro indispensable? ¡Imagina la de libros que estás posponiendo por intentar terminar un libro que te cuesta!

Sin embargo, tardé otras dos semanas en darle la razón. Simplemente, lo seguía intentando. Quizás, me decía, mejore la cosa. A lo mejor, me repetía a mí misma, me animo. ¡Total, si no me queda nada! ¡Apenas son 300 páginas!

Pero no. Nunca era así. Mentalmente mi cabeza no estaba en ese libro. Así que un día me planté delante del espejo y me dije a mí misma: tengo que terminar este libro como sea. A partir de ahí, un 25% lo leí en diagonal.

Aún no entiendo por qué me siento mal conmigo misma por leer en diagonal o por saltarme páginas. Pensaba que esa sensación se me había pasado con la edad, que llegado un punto ya no la sentía. Pero era mentira. Es una percepción que no puedo evitar, algo que me dice que está mal. Que hay que leer de principio a fin. Interiormente me molesta, me enfada, me cabrea esa sensación.

Así que esta entrada (previa a la reseña de Los miserables pero que ha quedado tan larga como para dividirla) es una confesión: me planto.

Y a vosotros, ¿os ocurre lo mismo? ¿Sois capaces de saltaros las páginas de un libro, o incluso abandonarlo sin arrepentimiento?

Namaste.

18 comentarios en “Me planto (o mi odisea con «Los miserables»)”

  1. Pues yo me voy a confesar también: me das mucha envidia. Nunca, nunca, jamás, he leído en diagonal. No puedo, y lo que es peor: no sé. No entiendo cómo lo hacéis. Qué te saltas y qué no. ¿Líneas? ¿Párrafos? ¿Páginas? ¿Capítulos? Es algo que no entiendo cómo se hace. Antes lo dejó por imposible.

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  2. Apoyo tu conclusión. Soy de los que lee un libro si siempre tira del cordel, si no lo hace lo cierro y digo: «hasta acá llegaste, pues minutos de mi vida son oro y no para desperdiciarlos en algo que no me deja nada». Sí, así de tajante. Sin embargo conozco personas que si empiezan un libro se juramentan terminarlo aunque sea un dolor de … (en los puntos suspensivos colocá el dolor más grande que puedas sentir, si es físico mejor 😉 ).
    Un libro debe de tener ese «enganche» especial que no suelta tu mano, en este caso tus pupilas. Si no lo hace entonces no sirve, al menos para mí. Compadezco, y mucho, a esas personas que se bancan un libro hasta el final cuando en realidad al segundo o tercer capítulo o treintena de hojas ya sabe que es un error terrible seguir leyéndolo.

    Saludos.

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  3. he hecho las dos cosas: he leído en diagonal o en Z y también he dejado libros en la cuarta parte; algunos no los volveré a abrir y otros están esperando que haga nuevamente el esfuerzo, que es sintonizarme conmigo mismo y con el libro. pero, también me ha pasado que hay libros que dan ganas de cerrarlos en la página diez; le doy una oportunidad, diez, veinte páginas más, no pasa nada, las última oportunidad, llego a la página cincuenta y lo dejo…y de repente todo cambia y el esfuerzo vale sobradamente la pena

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  4. He leído en diagonal más veces de las que me gustaría admitir, sobre todo cuando pierdo total interés en un libro casi cerca del final y me empeño en terminarlo sea como sea.

    Yo llevo con Los miserables en currently reading desde hace un año. Debo andar por la mitad pero no encuentro nada que me motive a avanzar. Determinadas partes son geniales, pero cuando Victor Hugo se pone a divagar y a contar batallitas innecesarias de los personajes, se me hacen imposibles de atravesar.

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  5. Yo dejo los libros con muy pocos remordimientos, de hecho últimamente es cuando estoy dándoles un poco más de cancha, porque antes lo hacía a las pocas (poquísimas páginas) si no me enganchaban.

    Yo leo por placer, no por sufrir, y además tengo un tiempo muy limitado para la lectura (vamos, como todos).

    Saltarme capítulos lo he hecho pocas veces, cuando el libro merecía muy-mucho la pena, pero la mayoría de las veces, no me merece la pena, lo suelto y punto.

    Solo he acabado «a disgusto» algún libro que estaba a punto, pero a puntísimo de acabarme, y poco más.

    Y eso de «los grandes nombres de la literatura»… bueno, sobre eso hay mucho que decir.

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  6. Hola, me parece que tienes una enfermedad muy extendida (la misma que la mía) es la de del lector compulsivo. Yo sigo una buena terapia, la terapia de Daniel Pennac y su decálogo del lector. Al fin y al cabo vidas solo hay una y, sinceramente, necesitaríamos más de una vida para leer y releer todo lo que quisieramos. Te dejo la receta de Pennac. Un saludo

    Decálogo del lector de Daniel Pennac:

    1) El derecho a no leer.

    2) El derecho a saltarnos páginas.

    3) El derecho a no terminar un libro.

    4) El derecho a releer.

    5) El derecho a leer cualquier cosa.

    6) El derecho al bovarismo.

    7) El derecho a leer en cualquier sitio.

    8) El derecho a hojear.

    9) El derecho a leer en voz alta.

    10) El derecho a callarnos.

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  7. Yo intento que no pase. Cuando ya empiezo a tener la tentación de saltarme páginas, ya doy por hecho que es un «libro abandonado», no lo cuento como leído (también tengo ese sentimiento de culpa por no leerlo completo). De todas formas, desde hace un tiempo hasta ahora, me cuesta menos dejar los libros a medias.
    ¡Hay tanto que leer!
    Por cierto, tengo pendiente «Los miserables», miedo me da. Lo estoy posponiendo hasta el fin de los tiempos.

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  8. Confieso que algunas veces leo en diagonal ¿por qué? pues muy sencillo, no me interesa el estilo ni la forma de narrarlo, tan solo estoy interesada en saber qué ocurre al final, digamos que dejo de ser lectora para pasar a simple cotilla.
    En cuanto a Los Miserables, también lo leí en el café literario pero no me entusiasmó. Víctor Hugo cobraba por página escrita y las alargaba excesivamente, no le culpo, el se ganaba la vida como podía, pero yo no voy a pagar por ello.

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  9. Pues yo soy de la filosofía de que hay demasiados libros buenos por el mundo como para leer uno a regañadientes, así que no tengo ningún reparo en abandonar lecturas. ¿Que quizá en la página 100 de repente la trama pega un giro, todo mejora y me estoy perdiendo una obra maestra? Puede, pero en la vida hay «tantos libros y tan poco tiempo» que no quiero que leer se convierta en algo no placentero.

    También he leído en diagonal; el último que recuerdo, «El mapa del tiempo», de Félix J. Palma. La tercera parte me pareció un despropósito, pero había llegado hasta allí y no quería plantarlo. Confieso que leí un párrafo de cada tres…

    Laura, no te sientas mal y no te justifiques. Ya verás como el siguiente libro te cuesta menos dejarlo. 😉

    Por cierto, quería leerme «Los miserables», ¡pero después de tu comentario he decidido aparcarlo una temporada!

    Besos.

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  10. Yo no tengo problema con abandonar lecturas si estas no me convencen, prefiero terminarlas, pero a veces sencillamente no puedes con ellas. No obstante, sí recuerdo ciertos casos abandonados desde hace años, que esperan en un rincón de mi memoria para avisarme cuando llegue el momento adecuado de retomar su lectura. Asuntos pendientes, por así decirlo.
    Saludos

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  11. Conozco esa sensación, sí. Y me cabrea un poco porque siempre que leo trato de recordarme lo que para mí es una norma de oro con los libros: nunca leas algo que no te está gustando. El problema es cuando me gusta pero quiero que se dé más maña en contarme lo que está pasando. El último libro con el que me ha pasado es el último que he leído, así que es una sensación reciente. Era Leal, el último libro de una trilogía que, básicamente, me he leído de golpe, y creo que ahí estaba el problema: en que no he parado ni he querido tomarme un respiro -excepto para escribir las reseñas y guardarlas porque si no lo mezclo todo -.

    En cuanto a Los miserables, una pena. Yo empecé ese libro hace unos siete años, y lo dejé, y lo volví a coger y lo volví a dejar. Y este año le dio a un grupo de amigas que tengo en twitter por leerlo y comentaban que estaba genial y les encantó, así que me animé por enésima vez. Y lo cierto es que, superadas las primeras cien páginas, y quejándome de vez en cuando por twitter -con los respondientes replys de «buff, ya me acuerdo de esa parte, a mí también me costó mucho» o «tranquila, ya verás cuando pases eso, qué bien te lo vas a pasar» -lo conseguí. Lo conseguí y ahora ando enamorada del libro, así que me parece una pena que te hayas obligado a leer así. También te digo que había páginas -yo las agrupo en grupos de cien, porque mi edición, con notas y todo, tenía dos mil páginas -que me leía de tirón y ni me enteraba, y otras que era como… diaaaagonal. Sí que es cierto que ya me había visto el musical y la peli, así que iba más a ver qué era lo que le hacía tan especial al libro que por la historia en sí.

    Y ahora mismo no me arrepiento para nada de no haber podido con él durante tanto tiempo. (Me da esperanzas con los próximos clásicos que abro y cierro con la misma facilidad).

    Saludos.

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  12. No suelo leer en diagonal, prefiero dejarlo (aunque con La montaña mágica, que sí me gustó, hice trampas con unas cuantas páginas del final. También con La caída de los gigantes, pero en este último hice lo que debía, jeje: cero remordimientos). Pero no suelo, la verdad, si me pasa mucho eso con un libro es que no merece la pena leerlo, al menos en ese momento.
    Sobre los miserables tampocó seguí, abandoné la lectura, y mira que el libro me costo un dinero, y lo dejé no porque lo considerase denso, no es una lectura difícil, creo yo, pero no me estaba interesando mucho lo que iba leyendo. Conocia el argumento por el musical, que me gusta, pero como algo entretenido, sin más, en realidad la trama me parece un poco folletín, así que cuando decidí leerlo era para encontrar esa otra parte que no aparece en las películas tan resumidas, el lenguaje interior de sus personajes, y la descripción del pensamiento de una época y una sociedad, la política y su revolución, pero ya te digo, resultó que no era el momento, porque ese debate entre el bien el mal, la voluntad, el tanto reflexionar sobre cada uno de los actos pero siempre con el ideal de una verdad, pues eso, que me cansó y lo dejé. (Lo encontré un poco anticuado y con un tipo de filosofía un poco monjil, pero esto que te digo es una impresión, y puedo cambiar de opinión si algün día me animo a continuar).

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  13. Atram: bueno, la verdad es que no tengo demasiada experiencia con lo de leer en diagonal. Pero básicamente (y con Víctor Hugo es muy fácil de hacer), te saltas las descripciones más largas y vas directamente a los diálogos y a las partes de acción. ¡Qué quieres, que no he visto ni el musical y quería saber cómo acababa!

    Miguel: aunque soy capaz de tomar esa decisión, y sé que racionalmente si un libro no te gusta no tiene sentido continuar, lo que me molesta y me duele es que internamente tengo esa sensación de estar haciendo algo que no debería. En el pasado era absolutamente radical y ni siquiera simultaneaba libros, por lo que si me atascaba con uno hasta que no lo terminara no empezaba con el siguiente. Espero que a lo largo de los años se me vaya yendo ese cargo de conciencia.

    Wichiluca: la verdad es que eso de dejarlo justo al inicio no me ha pasado nunca. Bueno, miento, con La Recherche, pero fue solamente el primer párrafo. Generalmente aguanto fácilmente 300 páginas. El problema es cuando el libro tiene mil. Pero a fin de cuentas coincido contigo: si no convence, pues a otra cosa y tan contentos todos.

    Paula: muchas gracias por tu comentario. Ver que no es solo a mí a quien le ha pasado me hace sentirme menos sola. La sensación que se queda es que más que una novela Hugo está escribiendo un periódico en el que incluye temas de todo tipo y de vez en cuando la historia propiamente dicha. Entiendo que sea una obra sobresaliente, pero no sé, hay otras que marcan tanto, un antes y un después en la vida de un lector, que en comparación ésta se queda muy corta.

    Loque: totalmente de acuerdo en todo. Es normal, pero lo peor es que no he podido evitar esa sensación de que debería continuar leyendo. Es irracional y no sé de qué viene, pero así ha sido. Pero por lo menos no sigue cogiendo polvo en mi mesilla (lo he sustituído por “Vida y destino”, de Grossman, que por lo que veo va por el mismo camino… ¬¬)

    Loqueyoleo: Pennac lleva razón, y el decálogo ya lo había leído por ahí. Sin embargo, me concedo menos derechos de los que debería… o moralmente al menos.

    Bea: a mí los que me dan miedo son otros (algunos de los que tengo en mi lista de los 50 libros), porque hay de todo y de Tolstoi y Mann no me fío. ¡A quién quiero engañar, como si me fiara de Dante! 😉

    Carmehs: bueno, por lo que veo en la lectura de Los miserables no fui la única que no quedó convencida. Precisamente por lo que comentas continué: quería saber qué pasaba al final. Es cierto que podía habérmelo ahorrado y ver el musical directamente, pero ya que estaba…

    Halcombe: ¡oye, que no quería quitarte las ganas de leerla! ¡Quizá a ti te guste mucho, que me consta que hay grandes fans de este libro! Es cierto. Cientos y cientos de libros y nosotros con poco tiempo. No merece la pena sufrir en vano.

    Borja Rivero: yo también tengo asuntos pendientes, y el primero el “Ulises”, que leí más de una tercera parte en un verano pero después lo dejé. Sé que volveré y lo terminaré, porque lo más gracioso era que me estaba gustando. Pero claro, en verano y con las neuronas recalentadas, mal plan.

    B.M. Virginia: está claro que hay un tiempo para cada libro, y tu experiencia lo demuestra. En ocasiones o no tenemos tiempo o no estamos preparados o simplemente no es el momento, pero después cuando volvemos resulta que salimos encantados de una lectura que nos ha parecido maravillosa. El caso es que yo tengo la sensación de que si no me ha gustado ahora este libro no me gustará dentro de x años porque el tipo de libros que me van gustando no van por estos derroteros. Las historias de amor tampoco son lo mío y soy de las que piensan que entre 1000 con paja y 400 sin ella prefiero lo segundo. No es que no me gusten los libros largos, pero me va un rollo un poco más psicológico y menos descriptivo, y a Víctor Hugo como que le encantaba contarlo todo…

    Elena: maldita tu suerte. Porque leer por obligación ya es el colmo. Hay excepciones, me encantó Rebelión en la granja cuando me lo mandaron leer en inglés, y el último que he leído de Austen también era una lectura recomendada, pero en general leer por obligación da mucho coraje.

    Icíar: ¿tuviste que saltarte páginas con el de Follet? Mira que lo tengo en casa y pensaba leerlo pronto… como me desconecté de vuestros comentarios del Café no sabía que también lo habías dejado. Al final no resultó la lectura como esperábamos…

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  14. Pues cuando era más joven no..pero a medida q cumplo años y más pasando de los 40.. Si tengo q parar o post poner, pues lo hago.Porque hay mucho aún por leer, que me enganchara o disfrutaré. O no es el momento, simplemente

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    1. Efectivamente. Esa visión de que parece que abandonamos no es tal. Y de poco sirve obligarse a leer un libro del que aún no ha llegado el momento cuando lo podremos disfrutar más adelante. O no. Simplemente asimilar que no todos los libros son para todos. Gracias por pasarte y comentar. 😘

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