Autor, Literatura, Nothomb

Metafísica de los tubos, Amélie Nothomb


A estas alturas a nadie voy a sorprender si digo que cada lector es subjetivo, que plasmamos en nuestras reseñas nuestra opinión (¿aleatoria? ¿Arbitraria?). Una opinión que no sólo depende de la lectura del libro en sí, sino de otros muchos factores.  ¿A dónde quiero llegar con esto? Pues a que cuando me senté a escribir la reseña de este libro me salió un despelleje. De tomo y lomo. Al ir a guardar el archivo me di cuenta de que ya existía un archivo con el mismo nombre. Cuál fue mi sorpresa que me encontré una reseña del mismo libro que nada tenía que ver con la que había escrito. No sabía qué hacer: ¿publicar una? ¿Sólo la última? ¿Las dos? Hecha la consulta en twitter, decidí publicar las dos. Al final todo esto demuestra que somos volubles, que la opinión depende del ánimo que tengamos a la hora de escribir.

Esta primera es la reseña que haría el Doctor Jekyll, educada y (ante todo) sincera. Las dos han salido de mis manos. Ambas reflejan una percepción diferente del mismo libro. ¿En qué se distinguen? Probablemente en el momento de realizar la reseña: esta, justo terminar el libro. La otra, pasados unos días. La verdad tiene dos caras, así que os toca a vosotros decidir con cuál os quedáis.

 

Metafísica de los tubos tiene como protagonista a una niña. Más concretamente, a una recién nacida que nos cuenta sus tres primeros años de vida. Pasado el estupor inicial, nos damos cuenta de que a pesar de la limitada experiencia de la niña, es capaz de analizar su vida de un modo muy coherente, poniendo en duda a aquéllos adultos a los que debería creer a pies juntillas.

Y es que esta niña no es una recién nacida cualquiera, sino un Dios que se da cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor y que, por si fuera poco, es consciente de su deidad. Su venida al mundo la contempla como un acto casual, algo que tiene que suceder, y desde ese momento presta mucha atención a sus padres, principales actores en su vida.

La novela presupone una filosofía ególatra, pero no por menos lógica: la vida del bebé cambia cuando, tras probar el chocolate blanco, decide consagrar cada uno de sus minutos al placer. Cuando   pone más atención a aquéllas personas que le veneran. Cómo no, ¡cómo no huir de lo que nos causa dolor e invertir nuestro tiempo a las cosas placenteras de la vida!

Nothomb consigue, desde el primer instante, plantear una trama extraña y compleja, rara y ajena, pero no por eso al margen de nuestra realidad, ya que cada uno de los argumentos y pensamientos bien podrían haber salido de una mente adulta y cabal. Y para ello, qué mejor que la ironía y el sarcasmo, la ridiculización de muchos de nuestros puntos diarios que damos por sentado pero, que parándose a pensarlo no lo parecerían tanto. La belga es una autora inteligente, con una mente lúcida que exprime cada una de las frases hasta encandilar a un lector que, una vez empezado, no puede hacer otra cosa más que terminar el libro. Porque, además, y como nos tiene acostumbrado, las suyas son novelas cortas, escuetas y dinámicas, que se terminan en un suspiro que no por ello se hacen simplonas o fáciles. Esa síntesis es la que consigue combinando una trama que atrapa con un estilo fresco e inteligente. Ella lo sabe, y precisamente por eso es franca: no pretende llevarnos al poderoso universo de las descripciones, o de las novelas largas, porque eso no es lo suyo. Nothomb conoce sus cartas y las explota, es una estratega que sabe cómo se juega a este universo complejo que es la literatura.

Namaste.

11 comentarios en “Metafísica de los tubos, Amélie Nothomb”

  1. También puedes dejar un poco al margen el relativismo que en muchos sentidos es negativo pues las personas suelen aferrarse a su punto de vista, una especie de epidemia que se puede considerar como involución emocional que hace difícil la comprensión y empatía entre el género humano. Me parece que subjetividad y objetividad no caben como alternativas, quizá se acercaría más a la idea de doxa y episteme en la medida en que tratamos de ser conscientes de algunas limitantes en nuestra percepción

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  2. No eres la única a a que le pasa, yo me he sorprendido al recordar un libro de cierta manera y luego al leer la reseña o el comentario que le hice en su momento resulta que la impresión que tuve fue la contraria.
    No me animo yo con Amélie Nothomb, no termina de llamarme. Me parece por vuestras impresiones que es bastante voluble y que tiene libros muy buenos y otros malos.
    Algún día me animaré, pero no ahora.
    Espero la reseña de Mr, Hyde.
    ¡Besotes!

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  3. Pues no sé qué decirte. Lo he leído, pero realmente apenas me acuerdo de nada, así que hablo desde el casi-desconocimiento de esta novela. En todo caso, ahora que lo pienso, me parece acertado el tema de la deidad del niño, pues precisamente sobre los 2 años deben de tener una fase en la que descubren la empatía y deben aprender que no son el centro del universo.

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  4. Metafísica de los tubos me parece de las buenas, de Nothomb, aun aceptando que sea una autora irregular. De hecho, escribí una reseña bastante entusiasta de este mismo libro en Quimera cuando salió la primera edición (2001) en la que empezaba diciendo: «Hay libros buenos que cambian nuestra percepción del mundo; hay libros buenos que sólo ponen en cuestión nuestras ideas acerca del ser humano, y hay libros buenos que cambian nuestra manera de mirar a los bebés. Y también estos últimos son necesarios.» La emparentaba con ciertos aspectos de la obra de Quim Monzó, Salinger y Jean-Luc Outers, y decía en cierto pasaje: «Los lectores que hayan seguido la trayectoria de Nothomb, de quien en España Circe publicó Las Catilinarias (1997), Higiene del asesino (1998) y Atentado (1998), y Anagrama la exitosa Estupor y temblores (2000), ya pueden tener una idea de lo que descubrirán en Metafísica de los tubos. Sin embargo, quizás esta novela defraude un poco a quienes entraran en el mundo Nothomb por Estupor y temblores y sólo vieran en ella una galería de luz y de color, pues no es tan divertida o, para expresarlo con mayor precisión, la tendencia a la farsa está mucho más contenida. Y aun así, Metafísica de los tubos es puro territorio Nothomb en todo su esplendor y brillantez.»
    Creo que en las alusiones literarias que contiene la novela (Kafka, Rabelais, la Biblia, Hergé, Aragon) está la clave para disfrutarla de veras.

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  5. Bartleby: me alegra que coincidamos (en parte), me hace parecer menos confusa.

    Trescatorce: que conste que he leído otros libros de ella y me han gustado, como Estupor y temblores. El tema es escoger un autobiográfico. Ahí se deja más pasión, más garra.

    Isi: soy de las que creen que el simple hecho de no recordar un libro pasado un tiempo ya dice mucho sobre el poso que nos ha dejado…

    Josep: bienvenido y gracias por comentar. Desgraciadamente a mí no me ha cambiado ni un ápice mi modo de ver el mundo y sé que será una de esas novelas que no recordaré en unos meses. La alusión a Kafka es clara, sin embargo no me parece que acabe cuajándola bien. En fin, seguiremos leyendo.

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  6. Este libro es de caracter optimista, les gustaria leer algo usando una prosa similar pero en el extremo opuesto es decir deprimente lean a Hedayat su obra La lechuza ciega los transportara al abismo de la literatura existencialista

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    1. Hola Marco. Gracias por pasarte y comentar. De momento no me apunto el libro de Hedayat, pero sigue recomendandonos títulos. 🙂

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